sábado, 25 de septiembre de 2010

La Voz del Espíritu Canto en el Creyente

Los Hechos De Loa Apóstoles Cap. 19. Versículos 1a L 6: 1 Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos, 2 les preguntó:,— ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Ellos le dijeron:—Ni siquiera habíamos oído que hubiera Espíritu Santo. 3 Entonces dijo: — ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: —En el bautismo de Juan. 4 Dijo Pablo: —Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyeran en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo. 5 Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. 6Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas y profetizaban. 7 Eran entre todos unos doce hombres.
El espíritu santo es una persona por lo tanto habla, es sensible, escucha, si es una persona al no escucharlo se contrista, se duele y puede retirarse del lugar. Según Marcos 1:10 y 11. Luego, cuando subía del agua, vio abrirse los cielos y al Espíritu como paloma que descendía sobre él. 11Y vino una voz de los cielos que decía: «Tú eres mi Hijo amado, en ti tengo complacencia».
En todos estos aspectos, vemos al Espíritu Santo como alguien que obra en la Iglesia con una personalidad definida, como una Persona dada a la Iglesia para garantizar que el ministerio del Cristo crucificado sea continuamente proclamado y verificado. El Espíritu Santo, pues, tiene todas las características de una persona:
1. Tiene conocimiento (Ro 8.27), voluntad (1 Co 12.11) y sentimientos (Ef 4.30).
2. Participa en la revelación (2 P 1.21), la enseñanza (Jn 14.26), el testimonio (Heb 10.15), la intercesión (Ro 8.26), la exhortación (Ap 2.7), la comisión (Hch 16.6, 7) y la afirmación (Jn 15.26).
3. Se relaciona con seres humanos. Lo pueden entristecer (Ef 4.30), se le puede mentir (Hch 5.3) y blasfemar (Mt 12.31, 32).
4. El Espíritu Santo posee los atributos de la divinidad: Es eterno (Heb 9.14), omnipresente (Sal 139.7–10), omnipotente (Lc 1.35) y omnisciente (1 Co 2.10, 11).
5. Se habla de Él como Espíritu de Dios, Espíritu de Cristo, Consolador, Espíritu Santo, Espíritu Santo de la promesa, Espíritu de verdad, Espíritu de gracia, Espíritu de vida, Espíritu de adopción, Espíritu de santidad.
6. Se le simboliza con el fuego (Hch 2.1, 2), el viento (Hch 2.1, 2), el agua (Jn 7.37–39), un sello (Ef 1.13), el aceite (Hch 10.38) y una paloma (Jn 1.32). Todo esto revela una parte del vasto ámbito o esfera de acción del Espíritu Santo en el Antiguo Testamento y la iglesia contemporánea.
El espíritu santo es prudente porque no llega y entra a la persona sino que golpea amorosamente al creyente: Gálatas 4.6 Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: «¡Abba, Padre!». Establecer nuestra perspectiva
En primer lugar, el pentecostal o carismático considera el bautismo del Espíritu Santo como una experiencia subsecuente a la conversión cristiana: algo que ocurre a través de un proceso de entrega completa al Espíritu que nos llena y guía. Estamos de acuerdo con que el Espíritu Santo obra en cada creyente y en los varios ministerios de la Iglesia. Aun así cada creyente debe contestar la pregunta de Hechos 19.2: «¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?»
Aquí deben examinarse dos expresiones:
1. Se entiende que, al hablar del «bautismo del Espíritu Santo», el movimiento pentecostal-carismático tradicional no se refiere a ese bautismo del Espíritu Santo que se produce en la conversión, mediante el cual el creyente es integrado al cuerpo de Cristo por medio de la fe en su obra redentora en la cruz (1 Co 12.13). Pero, ningún carismático bíblico ve al cristiano que no es carismático como «menos salvo» o menos espiritual que él. El bautismo con o en el Espíritu Santo (Jn 1.33; Hch 1.5) fue y está dirigido por el Señor Jesús para que sea «recibido» (Jn 20.22; Hch 1.8) como un «don» que había de otorgarse después de su ascensión (Jn 7.39; Hch 2.38, 39). Sin embargo, si alguien prefiere desestimar esta terminología, sostenemos que experimentar la plenitud del Espíritu en espíritu de unidad es más importante que crear divisiones entre nosotros o disminuir nuestra pasión por recibir Su plenitud a causa de diferencias en terminologías teológicas o prácticas.
2. Cuando habla del proceso de «rendirse por completo al Espíritu» el movimiento pentecostal-carismático no entiende: (a) pasividad de mente, o (b) un estado de hipnosis autoprovocada o de «trance». En lugar de ello, esta terminología alude a una búsqueda consciente y ferviente de Dios. La mente permanece activa, adorando a Jesucristo, el que bautiza con el Espíritu Santo (Jn 1.33). La emoción crece mientras el amor de Dios se derrama en nuestros corazones (Ro 5.5). El ser físico participa de ello, mientras se adora y alaba, elevando la voz en oración (Hch 4.24) o las manos para adorar (Sal 63.1–5).

DEUTERONOMIO 4:12 y habló Jehová con vosotros de en medio del fuego; oísteis la voz de sus palabras, mas a excepción de oír la voz, ninguna figura visteis.
Hebreo 12: 18Porque no os habéis acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad, 19al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más, 20porque no podían soportar lo que se ordenaba: Si aun una bestia tocare el monte, será apedreada, o pasada con dardo;
Salmos 29:
3Voz de Jehová sobre las aguas; Truena el Dios de gloria, Jehová sobre las muchas aguas.
4 Voz de Jehová con potencia; Voz de Jehová con gloria.
5 Voz de Jehová que quebranta los cedros; Quebrantó Jehová los cedros del Líbano.
6 Los hizo saltar como becerros; Al Líbano y al Sirión como hijos de búfalos.
7 Voz de Jehová que derrama llamas de fuego;
8 Voz de Jehová que hace temblar el desierto; Hace temblar Jehová el desierto de Cades.
9 Voz de Jehová que desgaja las encinas, Y desnuda los bosques; En su templo todo
proclama su gloria.
Los Hechos de los apóstoles cap. 7 :30-33 30Pasados cuarenta años, un ángel se le apareció en el desierto del monte Sinaí, en la llama de fuego de una zarza. 31Entonces Moisés, mirando, se maravilló de la visión; y acercándose para observar, vino a él la voz del Señor: 32Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob. Y Moisés, temblando, no se atrevía a mirar. 33Y le dijo el Señor: Quita el calzado de tus pies, porque el lugar en que estás es tierra santa. 34Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su gemido, y he descendido para librarlos. Ahora, pues, ven, te enviaré a Egipto.
VOZ  (l/q
, 6963), «voz; sonido; ruido». Este vocablo también se encuentra en ugarítico («sonido»), acádico («llamar»), arábigo («decir») y fenicio, etiópico y antiguo arábigo meridional («voz»).  aparece unas 506 veces en la Biblia y durante todos los períodos.
La primera acepción de la palabra denota el «sonido» que producen las cuerdas vocales. Incluye la voz humana: «Nunca hubo un día semejante, ni antes ni después de aquel día, cuando Jehovah escuchó la voz de un hombre; porque Jehovah combatía por Israel» (Jos 10.14 RVA). También incluye los sonidos vocales de los animales: «Samuel entonces dijo: ¿Pues qué balido de ovejas y bramido de vacas es este que yo oigo con mis oídos?» (1 S 15.14). Por lo mismo,  se usa con referencia a la «voz» de objetos inanimados personificados: «Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra» (Gn 4.10).
El segundo significado, «sonido» o «ruido», se encuentra sobre todo en pasajes poéticos e incluye una gran variedad de «ruidos y sonidos», como el «ruido» de batalla: «Cuando oyó Josué el clamor del pueblo que gritaba, dijo a Moisés: Alarido de pelea hay en el campamento» (Éx 32.17). Se usa con relación al «sonido» de palabras (Dt 1.34), de agua (Ez 1.24), de llanto (Is 65.19) y de truenos (Éx 9.23).
El vocablo puede también indicar el contenido de lo que se dice: «Entonces dijo a Adán: Por cuanto has escuchado la voz de tu mujer y has comido del árbol del cual te ordené» (Gn 3.17 LBA). En un matiz más amplio  significa este contenido en forma escrita: «Entonces les escribió una segunda carta diciendo: Si estáis de mi parte y obedecéis mi voz» (2 R 10.6 RVA).
Hay varias frases especiales relacionadas con . «Dar grandes voces» quiere decir muchas cosas incluyendo pedir socorro (Gn 39.14), lamentar alguna tragedia actual o anticipada (Gn 21.16) y el «sonido» de desastre (Nm 16.34) o gozo (Gn 29.11).
«Oid la voz» significa cosas como escuchar a alguna información y creer en ella (Gn 4.23 LBA), seguir las instrucciones de otros (Gn 3.17), acceder al pedido de alguien (Gn 21.12), obedecer alguna orden (Gn 22.18) y responder a alguna oración (2 S 22.7).
Desde el punto de vista teológico, el término es sumamente importante en contextos proféticos. La «voz» del profeta es la «voz» de Dios (Éx 3.18; cf. 7.1; Dt 18.18–19). La «voz» de Dios a veces retumba como un trueno (Éx 9.23, 29) o suena como un «silbo apacible y delicado» (1 R 9.12). El trueno era una demostración del tremendo poder de Dios que causaba temor y sumisión. En el contexto del pacto o alianza, Dios estipula que su «voz», que retumba como trueno y es también un mensaje profético, tiene autoridad y produce bendición cuando se obedece (Éx 19.5; 1 S 12.14–18). El «sonido» de la trompeta fue señal del poder (Jos 6.5) y de la presencia de Dios (2 S 6.15).
Como dato interesante, el primer caso de  (Gn 3.8) es un pasaje muy debatido. ¿Qué fue
exactamente lo que Adán y Eva escucharon en el huerto? ¿Fueron los pasos de Dios (cf. 1 R 14.6)?